Suelo llegar tarde a las series. Por mi trabajo suelo estar informada de lanzamientos y nuevas temporadas, pero mi escasez de tiempo libre y mi predilección hacia otros hobbies hace que vayan acumulándose en la lista de series para ver. Por eso se me resistió tanto 'The Last of Us' y ahora me arrepiento. Sí, conocía el juego, pero es un género que me genera miedo y ansiedad, así que por si las moscas, nunca le di una oportunidad. Craso error.
Paradójicamente, tras descubrir y enamorarme de la serie, me aventuré a echar una partida. Craso error: lidio con el suspense de la serie pero me asusto demasiado con el videojuego. El caso es que la terminé hace un par de semanas y aunque faltan pocas semanas para la segunda temporada de 'The Last of us', me cuesta esperar.
Lo que más me gustó de ''The Last of Us' fue cómo a pesar de vivir en un mundo terrorífico, la vida seguía colándose por las rendijas de los cascotes. La cotidianidad en medio del desastre. En el mood de series distópicas postapocalípticas pero con pocos sustos y mucha trama humana me encontré con esta maravilla en Prime que estoy devorando.
Estación Once es más que una serie postapocalíptica, es casi una resurrección
Se llama 'Estación once' y fue uno de los grandes estrenos de HBO Max de 2021 (después llegó a Prime), aunque servidora la ha descubierto recientemente y me está encantando porque es una auténtica joya. Está basada en la novela de Emily St. John Mandel ganadora del premio Arthur C. Clarke y solo tiene una temporada compuesta por 10 capítulos de unos 45 minutos, ideal para no tener otro frente abierto que cueste cerrar (no sé tú, pero a mí empezar una serie con muchas temporadas se me hace bola).
El punto de partida de la serie resulta familiar, tanto en el plano audiovisual por la propia 'The Last of Us' como por la propia vida y la pandemia del COVID-19 de 2020 que vivimos: en este caso es un mundo destrozado por una variante letal de la gripe porcina que ha diezmado a la población del planeta llamada Georgia Flu.
La única temporada de esta serie recorre los veinte primeros años postpandémicos de los supervivientes que viven en la zona de los grandes lagos norteamericanos. Eso sí, más que centrarse en la devastadora enfermedad en cuestión, pone el foco en las dificultades de empezar la normalidad desde cero valiéndose de unos magistrales continuos saltos temporales desde el principio de la pandemia a su actualidad, en la que hay generaciones nacidas tras la gripe de Georgia.
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No soy amiga de hacer spoilers en general y en una serie tan sorprendente menos si cabe, pero la actriz protagonista es Mckenzie Davis, que interpreta a Kirsten, una joven veinteañera que nació poco antes de la pandemia y que ahora se gana la vida con una compañía ambulante que representa a Shakespeare. En su niñez, vio cómo su ídolo muere en pleno escenario. Resulta impactante ver las dos versiones de una misma persona 20 años y una pandemia después.
Puede que al ver algunas escenas haya cierta sensación de déjà vu simple y llanamente porque en los últimos años se ha explotado mucho (y bien) los futuros postpandémicos de toda índole, pero aún así la serie mantiene una mezcla entre misterio conspiranoico y miseria aderezado con un halo de esperanza reforzado por la luminosidad general.
Vaya por delante que aunque el recurso de Shakespeare ya resulte suficientemente dramático, la serie huye de dramatismos centrándose en la practicidad. Porque más que una serie oscura y dramática postapocalíptica, 'Estación Once' es una celebración de la vida. Casi una resurrección.
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